Para quienes creen que “mise en place” es una banda indie.
Si tu cuerpo es uno con el sofá, tu alma está en modo avión y el esfuerzo máximo que puedes tolerar es abrir un yogur sin llorar… enhorabuena: has llegado a tu zona de confort culinario.
Aquí no hay fuego, ni cuchillos, ni decisiones difíciles. Solo recetas que requieren lo mismo que ver una serie: cero compromiso y algo de fe.
Para quienes creen que cocinar es abrir armarios y hacer ruido con utensilios.
Aquí ya hay movimiento. No mucho, pero lo justo para que parezca que hiciste algo. Se requiere levantarse del sofá, abrir al menos un armario, y usar un utensilio que no sea la cuchara del yogur. Si hay sartén involucrada, ya estás en territorio serio.
Para quienes se atreven a encender el fuego sin llamar a emergencias.
Aquí ya hay sudor, hay que lavar algo, y probablemente te arrepientas a mitad de receta. Pero sigue siendo cocina sin ganas: nada de marinar, flambear ni invocar espíritus culinarios. Solo el mínimo esfuerzo para que parezca que hiciste algo épico.